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Perder a un Gemelo

No sólo los padres sufren la pérdida de un gemelo, sino también su hermano gemelar.

Aunque el tiempo que hayan estado juntos, haya sido relativamente corto, la muerte del gemelo siempre causa un impacto profundo en el otro, como demuestra el siguiente testimonio de un hombre (51 años):

‘Soy el más pequeño de cuatro hermanos. Cuando era niño, solía jugar a que tenía una hermana gemela. Le hablaba, le daba órdenes, me enfadaba con ella y me reconciliaba con ella. Era mi fiel acompañante. Insistía a mis padres en que yo tenía una hermana gemela. Mis padres no entendían mi fantasía y me contestaban que había nacido solo. Hace unos años mi madre tuvo que ser operada por un problema ginecológico y le quitaron el útero. Después de la intervención el ginecólogo le dijo que había encontrado restos de un bebé momificado en su útero. Había llevado gemelos en su último embarazo, de los que uno (mi hermana) se murió. Mi juego de niño no fue una fantasía, sino la realidad en los primeros meses de mi vida prenatal’.

El bebé no nacido es consciente de su entorno, mucho más de lo que hasta ahora se suponía. Los estudios de la psicología pre-y perinatal (investiga la vida intrauterina y en torno al nacimiento) lo ponen en evidencia y demuestran que el bebé en el útero almacena experiencias, memoriza, aprende y es consciente de lo que ocurre a su alrededor. Lo que vive en la fase prenatal, influye en su posterior vida. Y por los vídeos, hechos a los gemelos y trillizos conocemos hoy en día más profundamente su relación: se tocan, se chupan el dedo del otro, se empujan o se acurrucan el uno contra el otro. Mientras comparten el mismo espacio, escuchan los mismos ruidos, y perciben las mismas emociones maternas, se va tejiendo entre ellos una relación muy íntima. Es probable que ya tengan una remota idea de sí mismo (el sentido del ‘yo’) y del otro, aunque será, sin duda, una sensación confusa. Y cuando de repente uno deja de respirar y dar señales de vida, el otro queda desconcertado, sin entender lo que está sucediendo. No hay duda de que viva una sensación de pérdida y vacío.

Según el psicólogo Bowlby, que estudió la importancia del vínculo entre madre e hijo (la llamada teoría del apego), los gemelos son el uno para el otro personas de apego. Por lo tanto, su vínculo es emocionalmente tan importante (o quizás más) que el que desarrollan con sus papás.

Desarrollarse y crecer juntos en el útero crea un lazo íntimo, una responsabilidad y un espíritu de compartir. También crea sentimientos negativos, como conflicto de intereses (¿quién ocupa el mejor sitio?), envidia y empujones. Pero todo forma parte de la íntima relación que cada uno vive con el otro. El hijo, que viene solo, se relaciona con su madre durante su vida prenatal y también con su padre (en menor medida), pero la relación intrauterina entre los gemelos es mucho más intensa. Por ello el otro es parte de su ‘sentido del yo’; cuando desaparece, durante el embarazo o más tarde en su vida, el gemelo superviviente siente desconcierto, tristeza y una sensación de no ser completo. Y esa sensación se adueña de su ‘sentido del yo’ y causa, a un nivel inconsciente, la búsqueda por el otro.

Todos los gemelos, que han perdido a su hermano gemelar, conocen muy bien los sentimientos, como soledad, la sensación de ser distinto e incompleto, aislamiento y tener emociones que nadie entiende. Gran parte de la información de la que hoy en día disponemos sobre el impacto de la pérdida de un gemelo, proviene de testimonios de gemelos supervivientes, ya adultos. Muchos de ellos se enteraron de la existencia de su hermano-gemelo a mayor edad. Y con ella entendían por fin por qué siempre se habían sentido tan profundamente solos. Saber de la existencia del hermano-gemelo significaba para todos encontrar una pieza importante del puzzle de su vida: ahora se entendían mejor a sí mismos; por fin tenían una explicación para sus sensaciones incomprensibles hasta el momento.

Por esta razón es importante contar siempre al hijo su origen: debe saber desde pequeño que con él crecía otro bebé y que empezó su vida como uno de dos. El niño, tal como demuestra el testimonio anterior, lo intuye y lo lleva consigo, pero no sabe explicarlo. Poder hablar sobre su gemelo, la vida en común que ha perdido, le ayuda a superar lo ocurrido y a entenderse a sí mismo. También le ayuda a formar un nuevo sentido del ‘yo’ y establecer su identidad. Esto es de vital importancia. Lo es para todos los gemelos que crecen juntos, pero también lo es para ellos que pierden a su hermano gemelo. Su origen biológico es distinto a la situación que viven a partir de cierto momento de su vida.

El siguiente testimonio de una mujer de 30 años, cuyo hermano murió en el nacimiento, lo explica muy bien:

‘He sido toda mi vida gemela, aunque mi hermano murió a las pocas horas de nacer. Ser parte de dos es parte de mi conciencia y su significado siempre ha sido impactante. No me acuerdo cuándo me contaron sobre mi hermano gemelo, pero cuando era una niña, me importaba que otros lo supieran. Sentía intuitivamente que era distinta a los otros niños y necesitaba que los otros reconocieran esta diferencia. El es mi compañero de por vida. Como niña me sentía a menudo muy triste. Me gustaba leer libros con un relato triste y así lloraba horas y horas, hasta que mis padres me prohibieron la lectura. Desde que conozco a ‘The Lone Twin Network’[1] conozco a más gemelos que han quedado solos. Ellos me entienden y gracias a estos contactos ya no tengo que negar que perder a un gemelo causa un impacto profundo’.